Sabemos que los monasterios y abadías belgas son el origen de muchas de las mejores cervezas del mundo. Entre estas, nos encontramos con las cervezas trapenses, un exclusivo grupo de solo 11 abadías en todo el mundo que elaboran sus cervezas en algunos casos según recetas centenarias.
Entre estas abadías nos encontramos con la abadía de Westmalle fundada en 1784 y que se convirtió en abadía trapista en 1836, donde se elabora cerveza desde esa época, como siempre, para consumo inicialmente propio y posteriormente, a los vecinos que con su pago ayudaban al mantenimiento del monasterio. Ante la fuerte demanda ya por 1865, se decide reinvertir los ingresos para poder producir más cantidad y una segunda cerveza más fuerte y oscura que la original, lo que se cree que fue el origen de la futura cerveza dubbel.
En la abadía de Westmalle, además de ser pioneros en la creación de la primera cerveza dubbel en 1926, siguieron trabajando para elaborar nuevas y diferentes cervezas, lo que les llevó a crear en 1931 una nueva cerveza, comercializada a partir de 1934 como la primera cerveza de abadía tripel del mundo.
Al igual que ya ocurrió anteriormente con la dubbel, esta tercera cerveza era además más fuerte, con lo que volvieron a utilizar el mismo sistema de identificación, en este caso marcaron los barriles con tres xxx, con lo que se identificó como la tercera y además, a más equis más graduación. Fácil y sencillo de entender por todos en el monasterio.
Esta cerveza Westmalle Tripel se varió en su elaboración en 1956 para dejarla como hoy en día la conocemos, una compleja cerveza rubia, cremosa, de abundante y perdurable espuma blanca. Con los matices que definen a las cervezas tripel, fruta, flores, especias y levadura, con la graduación presente (9,5%ABV) pero perfectamente integrado.